La capital ecuatoriana cuenta con dos terminales terrestres interprovinciales, el Terminal de Carcelén en el norte de la ciudad, y el Terminal de Quitumbe en el Sur. Ambos se encargan de cubrir las tres regiones del país: Costa, Sierra y Amazonía.
Estos terminales son administrados por la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop) del Municipio de Quito y ambos han mostrado poca afluencia de personas desde que reabrieron sus puertas.
Al igual que muchos otros sectores del país, estas cooperativas recibieron la autorización por parte de las autoridades para reactivar sus operaciones, y así, de esa manera prestar servicio a todos aquellos ciudadanos que se veían en la necesidad de trasladarse a otras zonas y a su vez, poder comenzar a generar ingresos económicos.
Fue la primera semana de julio que estos terminales comenzaron a operar nuevamente, 128 cooperativas, para ser exactos, aplicando las medidas de bioseguridad necesarias para evitar la propagación del virus en sus alrededores.
Por ejemplo, se retiró el asiento central de las sillas tripersonales con el objetivo de mantener a los viajeros separados, también se procedió a instalar cámaras térmicas para medir la temperatura a los usuarios. Adicional, se colocaron dispensadores de gel-alcohol en cada ventanilla de las boleterías, como también señalética en pisos, paredes y andenes para mantener el distanciamiento social, informó el Municipio.
Cada terminal podrá atender a los usuarios solo hasta el 50% de la capacidad permitida. En el caso del Terminal de Carcelén, su capacidad normalmente solía ser de 8.000 a 9.000 usuarios, mientras que el Terminal de Quitumbe solía recibir entre 15.000 a 18.000.