El Peiper

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La queja como estilo de vida

¿Te pasa que te rodea una persona que todo el día lo que hace es quejarse? O ¿quizá la persona que se está quejando eres tú?

Sea cual sea el escenario, siempre escuchamos de alguien que a cada rato vive quejándose de cosas, sean de gran o pequeña magnitud.

Es entendible que existan aspectos en nuestra vida que nos generen quejas, como, por ejemplo, tener un mal día o que algo no haya resultado como queríamos. Sin embargo, el problema está en que hay personas que utilizan la queja como un estilo de vida, como una actitud constante en la manera de expresarse y es un modo de actuar totalmente erróneo.

Esta es una situación que contagia de energía negativa al grupo de personas que se encuentren involucrados o alrededor, por lo que todos terminan pasando un mal momento.

Puede que te sientas identificado al leer esto, sea porque eres de las personas que las escucha o de quien las transmite, y sea cual sea el lado de donde te encuentres, es una actitud que debes cambiar.

Quejarse siempre puede resultar agotador, por eso es importante tratar de llevar las cosas con calma y entender que hay situaciones que se escapan de nuestras manos y que no las podemos cambiar.

Si algo no nos gusta o no estamos de acuerdo, hay maneras más positivas o diferentes de demostrarlo, sin caer en el pesimismo y las vibras negativas que esto conlleva.

Por ejemplo, en ocasiones, cuando algo no nos parece, caemos en la falta de respeto para hacernos escuchar y está mal, ya que pueden ser personas queridas las que resulten ofendidas.

Debido a esto, es importante encontrar la calma y ser pacientes, expresarnos con total serenidad y con un tono de voz paciente. Así quedaremos mejor parados y la situación será mucho más llevadera.

Por otro lado, es fundamental ponernos en los zapatos de la otra persona, así podremos entender de una manera más fácil, por qué actuó como lo hizo, por qué dijo lo que dijo, etc.

La empatía es clave en este tipo de circunstancias, y aunque no lo creas, ayuda muchas a veces a solventar de forma más óptima lo que esté sucediendo.

No obstante, no todo se trata de ser positivos, también hay que saber poner límites. Las quejas constantes pueden ser capaces de afectar gravemente nuestro día a día, incluso al punto de llegar a ser contagiosas.

Hay que saber agradecer tanto por lo bueno como por lo malo y tratar de poner las quejas de lado, y es que quejarte nunca te llevará a nada bueno, obviamente aplican condiciones para esto.

No significa que si recibimos un pésimo servicio o si fuimos maltratados por algo en lo que pagamos, no nos vamos a quejar con las personas pertinentes, ya que hay que saber hacer valer nuestros derechos, el punto está en cómo formulamos esta queja.

Si eres de la persona que escucha las quejas, puedes ayudar a ese otro a ver de una buena manera cómo se ve mientras ejecuta esta acción, y así, luego ayudarlo a mejorar. Debes tener presente que estas suelen ser personas que normalmente se encuentran a la defensiva, por lo que debes saber llegarles cuidadosamente.

Si eres de los que se queja, puedes poner en práctica los consejos que aquí te dejamos para que veas como poco a poco comenzarás a quejarte menos.

De hecho, hay un ejercicio muy fácil que muchas personas suelen hacer, y consiste en estar algunos días sin quejarte por cosas. Trata de cambiar la queja sobre lo que no tienes y lo que salió mal, por el agradecimiento, agradece por lo que sí que tienes y lo que sí salió bien. Verás como de esa manera no te quedará tiempo ni las ganas para seguir quejándote por nada.

Quejarte no resuelve nada, el tiempo que pasas quejándote inviértelo en buscar soluciones, y verás cómo enseguida cambia todo el panorama. Puedes quejarte todo lo que quieras de cualquier situación, pero ya verás que cuando te hayas cansado de quejarte, la situación seguirá siendo la misma.

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